El Ayuntamiento de Barcelona prohibió en la ordenanza de civismo que entró en vigor en el 2006 una expresión artística como es el arte urbano. Así, Barcelona pasó a principios de esta década por ser una de las ciudades más productivas en este sector con muchos artistas de renombre a ser ahora una ciudad de postal exclusivamente orientada al turismo, un mero escaparate fashion, donde una nota de color no prevista por sus dirigentes debe ser castigada, y no se dan cuenta que grandes ciudades como Berlín no persiguen tan ferozmente al arte, si no que en algunos casos hasta lo fomentan y subvencionan. Las paredes son pintadas continuamente por el Ayuntamiento cuando descubren una nueva pintada, una nueva intervención... Con nuestra humilde capacidad artística, vamos a hacer nuestra pequeña revolución contra estas calles grises que nos quieren imponer.
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